Recuerdos de un tirano
(1878-1953)
Vivimos sin sentir el país a nuestros pies, nuestras palabras no se escuchan a diez pasos. La más breve de las pláticas gravita, quejosa, al montañés del Kremlin...
«Epigrama contra Stalin».
Ósip Mandelshtam (1934)
|
Por: Ernesto Marrero
¡Oh, imponente Stalin!
Jefe supremo del politburó.
Tantos años han pasado
desde tu muerte
y aún sigue viviendo tu fantasma
en la opresión de los pueblos
en la ignorancia de las masas
en la mentira que emerge del volcán
del poder.
Aunque en las tinieblas
del Tártaro te encuentres
junto
a Hitler, Calígula,
Mao Tse Tung, Pol Pot,
Kim Jong-il, Musolini
y
muchos más…
todavía
se escuchan tus ecos:
en
las víboras que alaban tu legado
de
odio y hegemonía;
en
tantos Judas que venden
su
honor y esclavizan
libertades
a cambio de un puñado
de
monedas.
Desde
la cúspide del Kremlin
erigiste un imperio de terror.
Con
tu látigo de acero
segaste
millones de vidas
y
con tu despótica bota
aplastaste
palacios de ideas
y
pulverizaste libertades.
En
tu semblante
reflejaste
fuego;
en
tus palabras
cenizas
y sangre
que
sometieron a una
sociedad
desesperada...
Ingenua
sociedad que anhelaba
el
resplandor de un Mesías,
de
un héroe, de un salvador.
Pero
en cambio degustó
el
viscoso veneno de un tirano.
¡Cuántos
inclinaron su frente
en
tu presencia?...
Panegíricos,
loas y versos
escribieron
para alabarte.
Viles
lacayos, mentes serviles
… oportunistas sin principios
… luciérnagas de poca luz.
Pensaste
en ser inmortal,
pero
la justa muerte apareció
con
su eterno manto
y
sus ojos de hielo
para
purgar tu funesta tiranía
y
enterrar un reinado de opresión.
…Te
encontró solitario,
cansado
y temeroso…
sin
tu cuadrilla de infames guardias,
sin
tu séquito de sanguijuelas
…
sin tu voluntad.
Te
fuiste al inframundo,
pero
tu película prosigue
y
la batalla de la conciencia
contra
la ignorancia también.
Descansa
por siempre
oh,
ser de crueldad eterna
…
por siempre descansarás.
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