Por: Ernesto Marrero
¡Qué dilema este
de querer buscarme!...
De escudriñar en recónditos desfiladeros
y encender antorchas en lúgubres cavernas .
A veces me encuentro navegando en ríos de soles
o de lunas azules que me confunden
y otras veces estoy en la espesura
de una ciudad anárquica donde la mayoría
no sabe lo que vive ni lo que quiere vivir.
A veces me duelen los amaneceres solitarios
y abrirme paso a través de la niebla
que enceguece a las masas
y las nutre con el heno de la ignorancia.
¡Qué dilema este
de querer buscarme!...
Y escalar escarpados muros de arena
que me sepultan en la angustia
y en otras ocasiones me elevan al infinito
de mi serenidad existencial.
A veces intento salir del laberinto de mi mente
y después de combatir al Minotauro
vuelo con mis alas al mismo sol,
pero el calor derrite mi plumaje y caigo
hasta hundirme en el mar de la duda.
A veces me desilusionan las lluvias de veneno
y ver las ruinas de un país rico,
observar como las esperanzas se secan en los desiertos
y el delincuente se burla desde lo más alto.
Ver como los ríos de la vagancia inundan las calles
y el arrogante se siente vencedor en su
mísero trono de mentiras
ambulantes.
¡Qué dilema este
de querer buscarme!...
A veces me canso de preguntar y preguntar
de escarbar y escudriñar en las ideas
de nadar en playas de aciertos y desatinos.
Quisiera volar en el profundo silencio
y ser apenas un observador externo,
un simple átomo en un universo en movimiento.
Pero mi responsabilidad se impone
y mi conciencia vence la pasividad
entonces comienzo a cavilar nuevamente…
a sembrar pensamientos con el arado de mis letras.
¡Qué dilema este
de querer buscarme!
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