Por Ernesto Marrero
Del libro: El tiempo y su Legado
Dulce veneno el que brota
de los labios del Indigno.
Imán que atrae
al ignorante
y a los serviles gusanos
que se arrastran
sobre las verdes arcas
Aunque en un cáliz de oro
se sirva este veneno
su dosis es letal:
*Adormece el discernimiento.
*Pulveriza el honor.
*Desmiembra sociedades…
A pesar de que esta toxina
infecta a la nación
que lentamente agoniza,
a la nación que se
hunde en la fosa
de la desesperanza
y en la rancia pólvora
del criminal protegido.
Existe un antiveneno
que la neutraliza: “La dignidad”…
Un poderoso antídoto
que disuelve las mentiras
y destruye las garras
del buitre opresor.
Antídoto que se debe adquirir
con urgencia…
“aunque suele escasear
muchas veces
en la farmacia
de la conciencia”