ni
un amigo.
¡Oh
desgarrador
martirio
cuánto
duele
tu
presencia!
Vil
y penosa
la
ausencia
del
cariño de
una
mano
que
acompañe
este
camino
tan
solitario
y
mundano…
Luchar
por
sembrar
valores.
Luchar
por
la
trascendencia.
Luchar
por la
libertad
en
un mundo
de
inconsciencias…
Ni
un vecino
ni
un hermano
que
comprenda
mi locura.
Pido
al cielo
la
cordura,
pido
por mi
salvación,
pido
al compás
de
los tiempos
que
detenga
su
reloj.
Porque
no
encuentro
razón
ni
entendimiento
certero,
al
transitar
mi
sendero
de
soledad
y de
ilusión.
Por: Ernesto Marrero
Del libro: El jardín de la existencia
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