Frases del escritor

Filosofía clásica y existencial en torno a la Literatura... Un camino de reflexiones y letras para encontrarnos.
Instagram:@ernestomarrero / Facebook: Ernesto Marrero Ramírez

sábado, 31 de agosto de 2024

Cómo escribir un libro

Para todos aquellos que tienen la inquietud sobre cómo escribir un libro  



Quisiera escribir un libro

y no sé cómo empezar.

¿Comienzo con punto y coma

o con un punto final?

Luego planteo la historia,

un verso, una narración,

un cuento caballeresco

o una novela de acción.

Tres puntos para el suspenso,

coma en la numeración,

comillas para una cita

y para hablar un guión.

Los sinónimos y antónimos

deben ser seleccionados

y no caer en muletillas

ni en lenguajes rebuscados.

Elijo a los personajes

y desarrollo la trama,

unos ríen, otros lloran

y algunos brillan de fama.

El desarrollo del diálogo

hay que saberlo montar,

una prosa distinguida

o un lenguaje coloquial.

Lo más difícil de todo

es escoger el final.

Algunos deben morir

y otros merecen ganar.

Hay que sembrar un legado

para una generación,

y no escribir por negocio

o por llamar la atención.

Luego debo publicarlo

y esperar las librerías,

algunas querrán venderlo

y otras reír de ironía.

Al final debo esperar

la experiencia del lector.

Si le gusta el contenido

…me convierto en escritor.


De mi poemario: El jardín de la existencia

Año 2014

domingo, 25 de agosto de 2024

Carta de agradecimiento


"Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!"
Amado Nervo



Querida Vida:

    

Hoy quiero darte las gracias por ser la hiladora de mis días, la maestra de mis lecciones y la compañera inquebrantable en este efímero y misterioso periplo.

En tus enigmas y paradojas encuentro la belleza de la Impermanencia. Cada amanecer es un recordatorio del cambio, que los días danzan y que nosotros también somos parte de ese rítmico espectáculo.

A veces, me asalta la nostalgia por algunos momentos del pasado, por esas heridas que aún arden y no cicatrizan. Pero también entiendo que en la fugacidad reside la magia, y en el desapego y el servicio el perdón que nos libera.

Entiendo que la existencia es un regalo, y aunque a veces nos enfrentamos a la injusticia, la ignorancia, la incomprensión, la altivez, el egoísmo y otros vaivenes humanos, también somos bendecidos con risas, cálidos abrazos, dilectas amistades, buenas reflexiones y ejemplos de nobleza. Porque cada día es una nueva oportunidad para crecer, cultivar la virtud y encontrar la paciencia. Por eso en los tiempos oscuros también percibo destellos de luz, y recuerdo que nada es eterno, ni siquiera un profundo dolor.

Vida, eres una hoja en blanco, y cada día es un verso que se escribe sobre tu piel. A veces, mis letras son torpes, pero tú siempre me ofreces la oportunidad de corregirlas, aprender y proseguir el camino. Me enseñas que el autoconocimiento es un viaje sin fin, y que la verdadera riqueza está en las experiencias compartidas, en el amor que damos y recibimos, y en los instantes de paz que experimenta nuestra alma.

En los momentos de quietud, cuando el sol se apaga y las estrellas se encienden, me pregunto sobre el verdadero sentido de esta aventura: ¿Quiénes somos? ¿Qué es la conciencia? ¿Hay un "yo" permanente o solo somos una corriente de pensamientos y emociones? ¿Cuál es el verdadero sentido de esta existencia?

Tal vez en los suspiros del viento, en el murmullo del río o en el batir de las olas se encuentran respuestas que escapan a nuestra ínfima comprensión. O quizás, como Giordano Bruno, deberíamos contemplar el vasto universo y sentirnos parte de algo más grande, algo que trasciende los límites de nuestra carne, huesos y pensamientos.

En este instante, mientras escribo estas breves palabras, entiendo que la muerte también es parte de ti. No como un final oscuro o absoluto, sino como una transformación. ¿Acaso no somos como hojas que caen en otoño para abonar la tierra y dar vida a nuevas flores que brotarán en la primavera?

Así que, Vida, gracias por todo. Por los días soleados y lluviosos, por las bienvenidas y despedidas. Gracias por la familia que me diste, por la risa de los niños, por el aroma del café en la mañana, por los ríos, playas y montañas, por la sombra del árbol, el ave que vuela y la brisa que acaricia mi rostro, por los magnos libros, las ideas y los buenos poemas, gracias por un día más.

Prometo seguir indagando, aprendiendo y aportando reflexiones, mientras mi aliento persista. Y cuando llegue el día de soltar tu mano, cuando aparezca la última exhalación, confío en que seré recibido con beneplácito más allá de tus confines, como una gota que se funde con el océano.

Con eterna gratitud, de un humilde peregrino que recorre tus senderos:  Ernesto Marrero

 

P.D.: Vida, si alguna vez te cruzas, en tus misteriosos caminos, con Schopenhauer, Sartre, Sócrates, Gandhi, Nietzsche, Sidartha, Epicteto o Séneca, dile que su filosofía sigue inspirando a las almas curiosas y sinceras que, como yo, caminan sobre sus huellas.


sábado, 3 de agosto de 2024

El lenguaje de la vida

 


He tenido la necesidad de escribir estas experiencias, que a lo mejor muchos habrán vivido, y que seguro han creado una serie de inquietudes en muchos lectores, los cuales llegarán a familiarizarse con este ensayo.

Me encontraba almorzando con un hermano, al que le comenté que pensaba escribir una historia, que iba a tratar sobre una religión africana que se había sincretizado con los indígenas y el catolicismo. En ese instante él me comentó que acababa de conocer a un sacerdote que profesaba una religión brasileña, la cual combinaba las características africanas con las indígenas y católicas. Bien, hasta allí solo me pareció interesante la coincidencia, pero cuando le comenté que en mi relato pensaba ubicar el templo, o lugar de culto de estos grupos, en un sector preciso de la ciudad de Caracas, él me comunicó que exactamente allí se reunían ellos. Para mí en ese momento se acabó la casualidad para convertirse en un suceso especial.

 Al día siguiente encontré una revista que tenía días buscando por la casa, pero no la hallaba, hasta que esa mañana mi esposa la ubicó en una bolsa cerca del lavandero y me la entregó, entonces elegí uno de los tantos artículos que estaban disponibles y comencé a leerlo. Hablaba sobre una mujer llamada Silvia, casada, de treinta y cuatro años de edad y dos hijos, la cual se encontraba deprimida. Me encontraba imbuido en la lectura, hasta que apareció mi esposa y le pregunté qué estaba haciendo, a lo que me respondió:

            —Estaba hablando con mi amiga Silvia, hoy está cumpliendo treinta y cuatro años, pero la sentí un poco deprimida, a lo mejor es que sus dos hijos estaban discutiendo, y esta situación la puso así, me imagino que su esposo había salido y estaba sola con ellos.

Entonces le mostré el artículo que comenzaba con esa misma descripción y quedó atónita.

Luego comencé a leer un texto de filosofía, para un artículo que tenía que preparar, y la cuerdita que tenía para marcar las paginas no apareció, por lo que busqué el primer marca libros que encontré; éste pertenecía a un libro que había escrito hace algunos años: Una luz en el camino, el cual tenía un pensamiento extraído de su contenido, y decía:

 

Despégate de la ilusión de lo que ves

y conocerás el mundo de lo no visto,

sólo así podrás entender que la muerte

es cambiar, pero nunca desaparecer.

 

 El mensaje era interesante, y a cualquiera le hubiera parecido algo normal leerlo, la única diferencia es que a mí se me había muerto un tío el día anterior.

 A muchos de nosotros nos han pasado sucesos que nos causan asombro, pero que tal vez lo tachamos de hecho curioso. Estamos pensando en una persona y, justo en ese momento, recibimos una llamada telefónica suya, o de pronto nos acordamos de alguien que hace mucho tiempo no tenemos en mente, y entonces lo encontramos en la calle. Para explicar estos sucesos tendríamos que apartar la palabra casualidad que hace alusión a una situación no prevista ni buscada, a lo azaroso. Para un suceso que no puede hallarse una explicación lógica o racional sería conveniente utilizar el término que aplicó el famoso psicólogo suizo Carl Jung de acausalidad.

 Al término acausal se le antepone el sufijo “a” que indica oposición, carencia o privación de algo; es decir, privación de una causa identificable. Se utiliza para describir eventos que no poseen una causa aparente.

Jung acuña el término sincronicidad como un principio de conexión acasual, donde eventos internos (psicológicos) y externos (físicos), se relacionan sin una condición causal directa. Además, este suceso posee un significado profundo para la persona que lo experimenta. Este concepto se distingue del sincronismo que se define como la ocurrencia simultánea de dos sucesos o más, y se refiere a un término más técnico que describe la coordinación temporal de acciones o eventos. Puede ser utilizado como sinónimo de concordancia, coincidencia o simultaneidad. 

En su obra Crítica a la razón pura, Immanuel Kant nos habla sobre el fenómeno y el noúmeno. Para este filósofo, el fenómeno es la apariencia del mundo que percibimos a través de nuestros sentidos. Según él, todo lo que conocemos y experimentamos es a través de los fenómenos, y esta información se encuentra limitada por nuestras facultades cognitivas o sentidos. Por otro lado, el nóumeno es la "cosa en sí", es la realidad que existe independientemente de nuestra percepción. Kant argumenta que los noúmenos son incognoscibles para nosotros, ya que nuestras capacidades cognitivas no pueden acceder a ellos directamente. Es como hablar de la “realidad última” en la filosofía oriental, principalmente en el hinduismo, el jainismo y el budismo, y el concepto de “Maya[1]”, que nos nubla la visión y nos envuelve en un mundo ilusorio, en una especie de sueño del cual debemos despertar, y no quedarnos volcados hacia lo externo, hacia el mundo material. Solo al romper el “velo de Maya” y experimentar un estado de iluminación (samadhi o nirvana), podremos entender la apariencia de los fenómenos y palpar la realidad última.

Bajo estos conceptos kantianos y orientales, podemos deducir que la dificultad para descifrar el lenguaje de la vida se debe a la limitación de nuestros sentidos corporales, en otras palabras, por nuestra restringida percepción de la conciencia. Entendiéndose a la conciencia, como la percepción que tenemos de nuestro entorno o de nosotros mismos.

Desde el punto de vista de la filosofía, el lenguaje de la vida abarca la manera en que interpretamos nuestra existencia, la búsqueda de sentido y la influencia del lenguaje en nuestra percepción del mundo. Cada individuo debe crear sus propias interpretaciones de su existencia a través de un proceso de autoconocimiento y reflexión que le lleve a elegir las decisiones más coherentes y acertadas, a través del criterio, el discernimiento y la intuición.

Sobre la intuición en la filosofía quisiera aclarar que, aunque para muchos filósofos puede considerarse subjetiva y debería someterse a un escrutinio crítico, también hay que resaltar que a través de los años ha sido valorada por muchos pensadores, ya que esta es capaz de proporcionar un conocimiento inmediato y profundo (el nous platónico)[2], más allá de la lógica, que puede servir como base para el razonamiento y la argumentación, en diversos campos filosóficos. Además, es esencial para poder descifrar este complejo lenguaje con el que nos habla el universo.

La vida puede hablarnos y tratar de comunicarse con nosotros de diferentes maneras. Por ejemplo, en el ámbito de la bilogía genética, el ADN es considerado un lenguaje de la vida, ya que éste se encuentra presente en las células, y es el material hereditario que almacena toda la información genética que la célula necesita para su reproducción. Esta aseveración es cierta, pero también existen otros tipos de lenguajes o códigos por descifrar.

El universo con sus millones de estrellas y planetas, es un libro abierto esperando a ser leído. Los fenómenos como la telepatía, la clarividencia, las experiencias cercanas a la muerte (ECM), la mediumnidad, la intuición y la sincronicidad, forman una manera de comunicación, muchas veces incomprendida o misteriosa, en la que se conjugan diversas condiciones energéticas para hablarnos y darnos pistas del camino a seguir en la vida. Aunque en ocasiones podemos sentir que navegamos en una balsa por el mar de las dudas y de los cuestionamientos sin un puerto claro a dónde llegar. Son corrientes del pensamiento metafísico que nos llevan a explorar la naturaleza de la mente, el ser, el alma, la existencia y el universo que nos rodea, para tatar de comprender sus misterios.

Así lo hicieron Arthur Schopenhauer y Eduard Von Hartmann que, desde un pensamiento filosófico metafísico, expusieron ideas para tratar de explicar este tipo de fenomenología. Por su parte, Shopenhauer veía los fenómenos paranormales, como la telepatía y la clarividencia, como manifestaciones de la Voluntad. Esa Voluntad metafísica que tanto desarrolló en su filosofía y que todo lo creaba y todo lo destruía, motor de lo existente y causa del dolor universal. Una fuerza irracional e inconsciente que subyace a todos los fenómenos, la realidad nouménica kantiana. En su libro Parerga y Paralipomena, llegó a decir: “quien ponga en duda hoy en día los hechos del magnetismo animal y de clarividencia no ha de ser tachado de incrédulo, sino de ignorante”. Por otro lado, Von Hartmann escribió un librito titulado: El espiritismo (Der Spiritismus), donde expone los fundamentos que explican estos fenómenos espiritualistas, bajo los principios de su filosofía: “lo absoluto del inconsciente”. 

Investigadores y escritores de la talla de Oliver Lodge, William Crookes, William James, Emmanuel Swedenborg, Thomas Alva Edinson, J.J Thompson, John Logie Baird y Alfred Russell Wallace, entre muchos otros, estudiaron diversos fenómenos paranormales y dejaron sus opiniones al respecto.

Tal vez la física cuántica sea una de las herramientas que posee la ciencia actual para intentar dar una explicación a estos tipos de fenómenos. Por otro lado, los estudios que están realizando muchos médicos, y otros científicos, acerca de las experiencias cercanas a la muerte (ECM), sobre aquellas personas que fallecen clínicamente y luego son revividas con diversas maniobras médicas y cuentan las experiencias que vivieron en esos minutos “fuera de su cuerpo físico”, también nos brindan algunas luces ante los misterios que encierra la muerte y el mundo del espíritu, que no podemos percibir con nuestros sentidos corporales.

Tagore dijo en una oportunidad: Leemos mal el mundo, y decimos luego que nos engaña. Es cierto, diariamente tenemos una hoja escrita frente a nuestros ojos, indicándonos el camino a seguir, pero normalmente estamos imbuidos en la rutina cotidiana, que nos nubla nuestra visión y evita que ese mundo interno armonice con el que se ubica afuera y podamos encontrar así un estado de equilibrio. Es nuestra responsabilidad prestar atención al diálogo que la vida puede ofrecernos diariamente, y tratar de interpretarla para acercarnos cada día más a la Verdad, aquella que Jesús nos instó a conocer para llegar a abrazar la libertad.

 

Editado el 2 de agosto de 2024

Por: Ernesto Marrero Ramírez



[1] Maya es definida como ilusión, una imagen irreal del mundo fenoménico que percibimos a través de nuestros sentidos. Este espejismo les hace creer a las personas que la materia percibida es real, cuando solo se trata de una imagen temporal e imperfecta.

 

[2] En la filosofía de Platón, el nous es la parte más elevada y divina del alma, responsable del conocimiento directo e intuitivo de las Ideas o Formas. Este conocimiento se logra a través de la nóesis, un tipo de conocimiento puro y elevado que permite al alma captar las ideas sin necesidad de razonamiento discursivo, es una forma de intuición que trasciende el pensamiento lógico y analítico. 

jueves, 1 de agosto de 2024

Carta de arrepentimiento

Por: Ernesto Marrero R.

De mi libro: Y ahora... ¿por dónde empiezo?





Carta de arrepentimiento


A quien pueda interesar:


Ahora reconozco el daño que causé a los demás, mientras vivía bajo la tenue sombra de mi egoísmo personal. Cuántas veces vendí mi conciencia al mejor postor, sin medir las consecuencias de esos actos; lo que me importaba era el dinero que llenaba mis bolsillos. Vivía lleno de rabia y resentimiento hacia los que yo consideraba diferentes a mí y si alguien me lograba superar en algún aspecto me atacaba la envidia. El orgullo que recorría mis venas no me permitía perdonar a los seres con quienes tuve algunas diferencias, prefería cargarme de rencor y criticarlos cada vez que se me presentaba la oportunidad. Hoy acepto que mi lengua apuñaló vilmente a muchos inocentes y que consideré al chisme y la mentira como elementos cotidianos en mi existencia.

Mi vida tenía como eje central la acumulación de bienes materiales y mantener las apariencias, esto desataba en mí el egocentrismo, la prepotencia y la altivez. Quería demostrarles a todos que estaba de maravilla, aunque por dentro me carcomía la soledad y sentía un enorme vacío.

Nunca reflexioné acerca de la cantidad de personas que fallecían de hambre diariamente, ni me importó que otros tuvieran un techo con goteras por donde se colaba el agua cuando llovía. Me consideraba el eje central de todo; si yo estaba bien, el prójimo no me interesaba. Qué importancia tenía si había niños muriendo de cáncer y otras enfermedades en los hospitales, o ancianos mendigando en las calles; lo que me interesaba era que yo estaba disfrutando de mis posesiones y cada día tenía que estar mejor. El sexo desenfrenado, el alcohol, el cigarrillo y las drogas me acompañaron en muchos momento de mi vida, hasta que un infarto al miocardio terminó con mi existencia terrenal.

Yo siempre había pensado que al morir todo acabaría, pero en ese momento me asombré al darme cuenta que continuaba vivo como espíritu y consciente del mal ocasionado, así como del bien que había dejado de hacer.

Hoy me arrepiento de mis errores y por eso decidí escribir esta carta. Ah, y si quieren visitarme, sigan mi ejemplo; aquí les dejo la dirección:

Tercer pasillo a la derecha, Paila Nº 1.325... El Infierno.

Fecha: Un día cualquiera de la Eternidad.