COMO
ESCRIBIR: LOS PRINCIPIOS DE UNA HISTORIA
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Por:
Ricard de la Casa
Uno de los puntos importantes en una obra es el
comienzo, no importa que ésta sea un relato o una novela larga. ¡Hay que
atrapar al lector! Por ello, la historia no debe empezar con una larga y
detallada descripción del personaje principal, quién y cómo es, ni siquiera
del mundo que le rodea o de lo que hace todos los días.
La historia comienza cuando algo le sucede al
protagonista. Cuando su rutina de todos los días cambia, cuando sus
costumbres se rompen, cuando algo, pequeño o grande, sucede, o cuando algo
extraordinario se manifiesta. Es decir, con un punto de tensión que altera lo
habitual, y esto es uno de los puntos claves de toda buena historia.
Y si eso es cierto en todos los casos, se
convierte en un requisito indispensable el que se cumpla en los relatos
cortos o largos.
Los relatos requieren una extrema eficiencia y
concreción. Cuanto más cortos más eficientes y concretos han de ser, pues
apenas hay sitio para nada banal o superfluo. Los primeros párrafos deben
incluir bastantes cosas para lograr asentar los primeros cimientos de forma
estable. Hay que lograr introducir el carácter de la historia, el tono
emocional desde el primer momento. Hay que presentar un coherente punto de
vista a través del cual la historia será percibida.
Hay que proveer un marco en el que el protagonista
se mueva. Si la historia tiene alguna idea especial, extraordinaria, no se
debería dejar al lector hasta el final sin conocerla; si es posible debe
mostrarla desde el principio. Algunos piensan que dejándola como sorpresa
final, se consigue el impacto necesario para cautivar al lector, sin darse
cuenta de que el escritor construye la historia desde la primera palabra, y que
unos buenos cimientos aseguran un buen edificio. Dejarlo todo para el final es
una de las peores estrategias a que el escritor puede encomendarse.
A menudo los principiantes acaban la historia justo
donde un escritor experimentado la empieza. Hacen, de lo que debería ser un
simple comienzo, toda una historia. El autor novel construye alrededor de una
idea, a menudo demasiado esquemática. Cuando la idea está expuesta, acaba de
forma inmediata, justo cuando empieza a atrapar al lector. La mayoría de las
veces por simple temor a estropear aquello que ya han escrito, por miedo a no
saber manejar los diálogos, o aprensión a una escena que exija más de dos
personajes en la escena, o desconfianza en sí mismo a no saber escribir una
escena de acción. Una forma de solucionar esto es escribir siempre, cueste lo
que cueste, una continuación de lo que se ha escrito, aunque se crea que no
vale la pena, que no hay nada más que contar. La historia introduce un carácter
o personaje, unas premisas, un tono, un marco y quizá un conflicto. Nada se
resuelve hasta que se logra un clímax y se soluciona. Por un lado escribir esa
continuación le ayudará incluso a tener más claro el relato que escribe y
finalmente se dará cuenta si realmente aquello que escribe era tan sólo el
comienzo de algo más ambicioso.
Existen algunos métodos, en realidad pequeños
ejercicios, para lograr centrar la trama, tener más claro el entorno, las ideas
que queremos utilizar, el carácter de los personajes etc. El material
resultante es muy probable que no se utilice finalmente en su totalidad. En
realidad, la mayoría será material de desecho. Pero, por un lado, le habrá
ayudado mucho más de lo que uno puede llegar a sospechar. Por el otro, por el
simple hecho de escribirlo habrá servido para seguir trabajando recursos
estilísticos y para tener más claro aquello que tiene en mente y cómo
manejarlo, y también para encontrar atajos en las múltiples formas de presentar
una historia.
Escriba la primera escena de formas diferentes. Si
puede, incluso, radicalmente distintas. Plantéese los objetivos de esa primera
escena en relación a su historia. Haga una lista de ellos según su importancia.
Una vez las tenga todas escritas vea cuáles de ellas cumplen mejor y en qué
proporción esos objetivos.
Puede empezar la primera escena con la descripción
de algunos objetos que considere importantes. Visualizarlos, situarlos
apropiadamente, darles la importancia adecuada, aquella que esté de acuerdo con
su magnitud y trascendencia, mediante la correcta utilización del lenguaje. Un
ejemplo interesante es: trate de averiguar, en una escena cualquiera de una
película, con quién hablará el personaje principal cuando entre en un lugar
atestado de gente.
Inicie su primera escena desde varios puntos de
vista. Como Narrador (aquel que creamos más conveniente de los varios tipos
existentes) o desde un punto de vista exterior al Narrador, como por ejemplo
una reflexión, o un pensamiento, o a través de los ojos de un simple
espectador. Intente introducir al personaje dando información sobre él y lo que
sucede, sólo la información esencial, sin atosigar al lector. Cuando los tenga
podrá observar la fuerza de cada uno de estos puntos de vista, y escoger aquél
más adecuado a sus propósitos, aquél que le proporciona mayores cotas de
captación de la atención del lector, de información sobre el personaje y tono
general.
Uno de los inicios más cómodos son los diálogos,
pero son también peligrosos porque exigen la necesidad imperiosa de captar la
atención del lector. Inicie la escena con unas pocas líneas de diálogo entre
dos personajes de la historia, no demasiadas. Trate de que sean importantes
para el argumento, de que den pistas sobre el carácter del personaje principal.
Finalmente inicie la primera escena con una
descripción del lugar donde ocurre, incidiendo en detalles importantes de la
trama o que nos cuenten algo sobre la personalidad del personaje principal.
Esfuércese en encontrar caminos válidos para que esa descripción tenga la
fuerza suficiente como para captar la atención del lector. De todos los
comienzos es, desde luego, uno de los más débiles, pero algunas obras maestras
se han iniciado con unas primorosas descripciones que me dejarían en muy mal
lugar.
Una vez hecho todo esto puede estudiar hasta qué
punto le conviene utilizar uno, otro, o quizá la mezcla de varios para
conseguir el tono justo de la historia. Desde luego todos esos ejercicios le
habrán permitido realizar una buena síntesis del principio de la historia y le
permitirán enfrentarse al resto de ella con una magnífica perspectiva. Y
recuerde, no hay reglas fijas, goce probando nuevas formas de presentar la
historia. |
Frases del escritor
Filosofía clásica y existencial en torno a la Literatura... Un camino de reflexiones y letras para encontrarnos.
Instagram:@ernestomarrero / Facebook: Ernesto Marrero Ramírez
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jueves, 19 de marzo de 2015
COMO ESCRIBIR: LOS PRINCIPIOS DE UNA HISTORIA
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