“CADA QUIEN, EN SU ESPACIO Y CON SU CAPACIDAD, PUEDE AYUDAR A COLOCAR LOS LADRILLOS DE UN MUNDO MEJOR”
“Me enfoco principalmente en una filosofía
existencialista que reflexiona ante la realidad de la impermanencia, la
importancia del autoconocimiento, la libertad del individuo y la
responsabilidad con nuestro momento histórico. Todo esto con la intención de
llevar una vida con propósito y una visión trascendental”, expresó el escritor
Ernesto Marrero al definir la filosofía que orienta su quehacer en el mundo de
las letras.
- ¿Cómo puede definir su experiencia en este transitar por el mundo de las letras?
Ha sido una
experiencia muy gratificante y, a la vez, exigente. Por un lado, he podido
transmitir mis ideas y reflexiones a muchas personas y me he llevado muchos
comentarios satisfactorios sobre mis libros. Por otro lado, he tenido que
estudiar y reflexionar mucho para seguir ahondando en mis pensamientos y
mejorar mis estilos prosísticos y poéticos.
- En su rol como conferencista, en los colegios y en diferentes espacios para los jóvenes, ¿qué misión se ha trazado?
Crear
conciencia en los niños y jóvenes sobre la importancia de la lectura para el
desarrollo de un pensamiento crítico, y un lenguaje amplio que les permita
expresarse con fluidez y así puedan desarrollar ideas con argumentos sólidos en
el futuro. Por otro lado, busco difundir valores esenciales como el respeto, la
responsabilidad, la gratitud, la tolerancia, la justicia, la cooperación y la
honestidad. Todo esto desde el principio del autoconocimiento.
- ¿Cuáles son los valores familiares que considera más importantes en la actualidad?
Pienso que
hay muchos valores familiares que son importantes mantener dentro de la
familia, pero quisiera resaltar algunos que considero esenciales, como son el
respeto, la comunicación, el amor, la unión, la honestidad, la responsabilidad,
la gratitud y la tolerancia.
TRAYECTORIA A PULSO
Ernesto Marrero Ramírez es poeta, cuentista y ensayista venezolano. Licenciado en Administración y Magister en Filosofía práctica de la Universidad Católica Andrés Bello. También realizó estudios superiores de Psicología Existencial en la Universidad de Winner en Lima, Perú y Psicología Analítica en el Centro de Estudios Junguianos en Caracas, además de Narrativa Contemporánea en la UCAB. Es director de cultura del Círculo de Escritores de Venezuela y miembro de la Sociedad Venezolana de Filosofía. Se ha desempeñado como profesor universitario, investigador, conferencista, asesor gerencial, locutor, productor de micros radiales y articulista sobre temas filosóficos, biográficos y existenciales.
Mi opera
prima fue un poemario llamado Cantos de amor y reflexión, que publiqué en el
año 1996 con la Fundación Sypal (Servicios y Proyecciones para América Latina).
En septiembre de ese mismo año había ganado el concurso de El mes de la Poesía,
del programa “Descifra el enigma” en la emisora radial 88.9 de FM Center, donde
participé con el poema “Cuánto te quiero”, esa premiación me estimuló a la
publicación de mi primer libro. Si tomo como partida el año 1996, puedo decir
que llevo 29 años en el oficio de escribir, donde he experimentado diferentes
géneros literarios como la poesía, los aforismos, el cuento, la fábula, los
apólogos, el ensayo y la novela. Ya son catorce libros publicados y tengo en
desarrollo un libro de ensayos y un cuento. Los dos más recientes, publicados a
finales de 2024, fueron Fragmentos de impermanencia y Entre dioses y mortales,
uno en el género de la poesía y el otro en el género del cuento, ambos con el
apoyo editorial del Círculo de Escritores de Venezuela.
- ¿Cuál de sus libros es el que más le gusta
y por qué?
En realidad,
es difícil decir cuál de tus hijos es el mejor, porque así considero a mis
libros, pero no puedo negar que mis últimos poemarios: El tiempo y su legado y Fragmentos de impermanencia, tienen un magnetismo especial que me llevan a
revisarlos con frecuencia. También El Pececito que quería ser humano y La
leyenda del sabio de la montaña, han sido libros esenciales en mi carrera como
escritor, ya que llegaron a ubicarse dentro de “los más vendidos”, en las
cadenas de librerías Nacho y Novedades que, en su momento, fueron de las más
prestigiosas de Venezuela. De hecho, El pececito que quería ser humano ya es
calificado, por muchos libreros y profesores, como un libro clásico dentro de
la literatura juvenil venezolana.
- Es padre, administrador, contador, escritor y director de cultura del Círculo de Escritores de Venezuela, ¿qué le falta por hacer?
Lo que no dejo ni dejaré de hacer es continuar con mi proceso de autoconocimiento y, seguramente, en ese proceso se irán destapando nuevas facetas en mi vida. He sido profesor universitario y he trabajado la locución en algunos programas radiales, también estuve un tiempo realizando algunos trabajos plásticos y he practicado ciertos deportes, aunque en este momento me he avocado más al senderismo.
La búsqueda de un sentido en la vida y tratar de hacer consciente
mi inconsciente, como decía Jung, son metas que trato de colocarme a diario.
Así como aportar un grano de arena en la construcción de una sociedad mejor.
- Sabemos que además de escribir y de asesorar empresas, se dedica a actividades muy amenas en familia, al aire libre, explorando la naturaleza con el senderismo. Háblenos un poco de esta faceta en su vida.
Sí, tenemos
un grupo de senderismo que he llamado en las redes “Aventuras en Familia”
@aventurasenfamilia_vzla. Con este grupo he tratado de incentivar los valores
familiares, y que las personas entiendan que pueden salir con toda su familia a
disfrutar las bellezas naturales que tiene nuestro país. Además, desarrollar en
las personas una conciencia más ecológica, que busque conservar y rescatar
nuestros espacios naturales. Conectar con la energía de la Tierra, tener un día
de cardio, conocer nuevos espacios naturales y aventuras familiares, realmente
nos recarga y nos recuerda que somos hijos de la madre naturaleza, porque
nuestro cuerpo proviene de ella y hacia ella regresará. Si nos conectamos
conscientemente con los espacios naturales comprendemos que somos parte de un
todo muy grande, que no solo abarca nuestra Tierra sino también el Universo. Ya
lo decía Albert Einstein: “Mira profundamente la naturaleza y entonces
entenderás todo mejor”.
- Entiendo que tiene una preocupación filosófica que le ha llevado a indagar sobre el sentido de la vida. Háblenos un poco de esto.
Me preocupa
ver a esta sociedad del espectáculo que estamos viviendo, o como decía Mario
Vargas Llosa, esta “civilización del espectáculo”. Un vacío que arrastra a las
personas a la cotidianidad, mientras se duermen en la rutina del día a día.
Esta es la era de la posmodernidad donde prevalece la indiferencia, la
inmediatez y muchas veces la estupidez, aquella de la que hablaba el alemán
Dietrich Bonhoeffer. Como escribí en mi ensayo “Posmodernidad, absurdo y
responsabilidad”, la cultura que vivimos en la actualidad lo que busca es
entretener a las masas, buscar seguidores y arrastrar a un público que no
quiere pensar ni leer mucho, que solo quiere distraerse de la cotidianidad que
lo sumerge en un sinsentido de vida. En la actualidad, hablar de una vida
virtuosa suena romántico, por eso estamos rodeados de tantos antivalores que
van desmoronando la sociedad y destruyendo familias. Podemos ver como los
valores éticos se sustituyen por aspectos prácticos, instrumentalizados, que
benefician intereses particulares, mezquinos, y no los de la sociedad como tal.
Por lo tanto, es indispensable repensar el rumbo que lleva esta sociedad y
rescatar nuevamente los valores éticos y morales. Enfocarnos en conceptos como
el autoconocimiento, la conciencia y el aporte a nuestro momento histórico, como
un proceso de autotrascendencia y mejora social.
- ¿Tiene algunas palabras que quiera dejarle a sus lectores?
Quisiera
decirles que continúen con la lectura para formarse un pensamiento crítico de
nuestro entorno, que aunado a un proceso constante de introspección y reflexión
pude llevarlos a un nivel de conciencia superior. También les quiero decir que,
de alguna manera, todos podemos aportarles algo positivo a nuestra sociedad,
porque no todo es entretenimiento, individualismo, mediocridad, espectáculo o
tendencias. Cada quien, en su espacio y con su capacidad, puede ayudar a
colocar los ladrillos de un mundo mejor, encaminado a la virtud. Ya lo decía la
Madre Teresa de Calcuta: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una
gota de agua en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”. Por
otro lado, no podemos olvidar nuestra finitud, entender que estamos de paso en
este mundo, con la finalidad de conocer y, sobre todo, conocernos. recordar que
al partir de este plano solo dejaremos nuestro recuerdo. Así lo expresé en mi
poema Impermanencia, publicado en los poemarios El tiempo y su legado y
Fragmentos de Impermanencia, del cual transcribo un extracto:
Pasa una
existencia, una vida que se extingue como una llama,
una vida que se desliza hacia el laberinto de la eternidad…
Y quedarán marcadas sus huellas en el polvo de la historia:
inseguras o firmes, ligeras o pesadas, falsas o sinceras.
Y quedará, tal vez, una imagen, un suspiro o un triste mausoleo
Todo, todo pasa en esta vida
Entrevista realizada por: Acela Santamaría
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