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jueves, 1 de agosto de 2024

Carta de arrepentimiento

Por: Ernesto Marrero R.

De mi libro: Y ahora... ¿por dónde empiezo?





Carta de arrepentimiento


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Ahora reconozco el daño que causé a los demás, mientras vivía bajo la tenue sombra de mi egoísmo personal. Cuántas veces vendí mi conciencia al mejor postor, sin medir las consecuencias de esos actos; lo que me importaba era el dinero que llenaba mis bolsillos. Vivía lleno de rabia y resentimiento hacia los que yo consideraba diferentes a mí y si alguien me lograba superar en algún aspecto me atacaba la envidia. El orgullo que recorría mis venas no me permitía perdonar a los seres con quienes tuve algunas diferencias, prefería cargarme de rencor y criticarlos cada vez que se me presentaba la oportunidad. Hoy acepto que mi lengua apuñaló vilmente a muchos inocentes y que consideré al chisme y la mentira como elementos cotidianos en mi existencia.

Mi vida tenía como eje central la acumulación de bienes materiales y mantener las apariencias, esto desataba en mí el egocentrismo, la prepotencia y la altivez. Quería demostrarles a todos que estaba de maravilla, aunque por dentro me carcomía la soledad y sentía un enorme vacío.

Nunca reflexioné acerca de la cantidad de personas que fallecían de hambre diariamente, ni me importó que otros tuvieran un techo con goteras por donde se colaba el agua cuando llovía. Me consideraba el eje central de todo; si yo estaba bien, el prójimo no me interesaba. Qué importancia tenía si había niños muriendo de cáncer y otras enfermedades en los hospitales, o ancianos mendigando en las calles; lo que me interesaba era que yo estaba disfrutando de mis posesiones y cada día tenía que estar mejor. El sexo desenfrenado, el alcohol, el cigarrillo y las drogas me acompañaron en muchos momento de mi vida, hasta que un infarto al miocardio terminó con mi existencia terrenal.

Yo siempre había pensado que al morir todo acabaría, pero en ese momento me asombré al darme cuenta que continuaba vivo como espíritu y consciente del mal ocasionado, así como del bien que había dejado de hacer.

Hoy me arrepiento de mis errores y por eso decidí escribir esta carta. Ah, y si quieren visitarme, sigan mi ejemplo; aquí les dejo la dirección:

Tercer pasillo a la derecha, Paila Nº 1.325... El Infierno.

Fecha: Un día cualquiera de la Eternidad.






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