Giordano Bruno fue un notable filósofo del siglo XVI que fue juzgado injustamente por la Santa Inquisición, bajo la figura principal del cardenal Roberto Belarmino, también llamado el "Martillo de los herejes", quien dirigió su proceso inquisitorial. Por cierto, este injusto prelado, que también participó en el juicio contra Galileo Galilei, fue canonizado por la Iglesia Católica en el año 1930 por el papa Pío XI, y posteriormente lo nombraron doctor de la Iglesia. Reconocimiento que también fue otorgado a otros inquisidores como Pedro de Verona (San Pedro Martir) y Antonio Michele Ghislieri (San Pío V). Así mismo, algunos inquisidores llegaron a ser papas, como fue el caso de Adriano de Utrecht (papa Adriano VI), Fabio Chigi (papa Alejandro VII) y Gian Pietro Caraffa (papa Paulo IV)
Giordano fue declarado hereje y se ordenó que sus libros fueran quemados en la plaza de San Pedro e incluidos en el Índice de Libros Prohibidos. Su juicio se inició en 1592, encarcelado en una oscura, húmeda y mal oliente mazmorra. Luego, en el año 1600 la inquisición lo trasladó al tribunal secular de Roma, para que procediera a castigar su delito de herejía. Allí fue condenado a morir en la hoguera. Al escuchar su sentencia definitiva Bruno les dijo a sus acusadores: "El miedo que sentís al dictar esta sentencia, tal vez sea mucho mayor al que yo siento por aceptarla". La ejecución se llevó a cabo en el Campo dei Fiore, donde se le quemó vivo.
Un mártir de la filosofía y de la ciencia que dio su vida por la verdad. Una muestra más de que los autócratas que se encuentran encumbrados por el poder tiemblan ante las ideas expuesta por los grandes pensadores, por aquellos que han cruzado este mundo para dejar sus huellas bien marcadas. Injusticias como las cometidas con Jesús de Nazaret, San Juan Bautista, Sócrates, Séneca, Juana de Arco, Lavoisier, Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Spinoza, y muchos más, pesan hoy sobre las espaldas del legado de oscuridad que dejaron aquellos tiranos que abusaron de su poderío, por miedo a perder el control, la hegemonía o la perpetuidad.
Es importante resaltar que Giordano Bruno dejó para la posteridad varios aportes significativos que desafiaron las creencias establecidas de su tiempo:
▪ Propuso que el universo era infinito y que no tenía un centro fijo, contradiciendo así la visión geocéntrica de la cosmología que mantenía la Iglesia. Esta idea de Giordano iba más allá del modelo heliocéntrico de Copérnico, que aún consideraba al sol como el centro del universo. En este sentido, sostuvo que cada estrella era un sol rodeado de planetas, similar al nuestro, y que estos mundos podían estar habitados por seres inteligentes. Estos aspectos influyeron en el desarrollo posterior de la astronomía.
▪ Defendió una forma de panteísmo, sugiriendo que Dios
estaba presente en todo el universo y en todos los seres vivos, una idea que
contrastaba fuertemente con la doctrina católica de la época.
▪ Se interesó por el conocimiento de la mente humana, especialmente
en relación con la memoria y la percepción. Sus trabajos en estos campos
anticiparon desarrollos posteriores en la psicología y la filosofía de la
mente.
▪ La injusta condena y ejecución impartida por la Inquisición al no renunciar a sus ideas, y el rechazo a las doctrinas establecidas en su tiempo, sirvieron de inspiración en los tiempos del Renacimiento, así como fundamento para los futuros defensores del libre pensamiento. También se convirtió en un símbolo de resistencia ante las diferentes tiranías que se han cruzado por la historia.
▪ A nivel espiritual, abogó por un alma universal que permeaba todo el cosmos. También consideraba que el espíritu era inmortal y que reencarnaba de un cuerpo a otro para encontrar su perfección.
▪Sus ideas revolucionarias abrieron nuevas perspectivas y fomentaron un espíritu de exploración y cuestionamiento, que sigue siendo fundamental en la ciencia y la filosofía contemporáneas.
“El alma del Universo es el principio creador y
constitutivo del mundo… Dios está en cada hoja de hierba, en cada grano de
arena y en cada partícula que flota en el aire… La Mente Universal se encuentra
en todas las cosas, pues todo lo que existe, tanto la materia como el espíritu,
es divino… La misma fuerza que se manifiesta en el espacio infinito vive
también en la más pequeña de cada una de las partículas… Tanto lo grande como
lo pequeño son una misma cosa, pues cada átomo es en sí mismo el espejo del
universo entero… Las cosas difieren entre sí, únicamente con respecto a los
cuerpos por medio de los que se manifiestan, pues en el fondo todas las cosas
son una misma. De ahí que, si pudiéramos destruir un solo átomo, podríamos
también destruir el Universo entero. Son sus distintos cuerpos, lo que hace que
las almas parezcan superiores unas a otras. En el fondo todas las almas son una
misma”.
“El proceso de la evolución es lento y está lleno de
obstáculos. Así como nuestra Tierra se ha venido formando y perfeccionando poco
a poco por medio de cataclismos, terremotos, inundaciones, erupciones
volcánicas, etc., asimismo el alma humana se viene perfeccionando por medio del
sufrimiento y de las dificultades que tiene que vencer. Sin el sufrimiento
nuestro espíritu permanecerá estacionario, atrasado…
De ahí se sigue que todo lo que llamamos “mal” es un
“bien” que no podemos entender. En otros términos, el mal es una relatividad…
Individualmente nada es perfecto en la Naturaleza, pues todo se encuentra en
estado de evolución. Colectivamente. El Todo si es perfecto. Para el que tiene
siempre en cuenta el Todo y no sus partes, no existe el mal. El sufrimiento es
una necesidad, pues, gracias a él, es que podemos evolucionar. Comprender la
necesidad del sufrimiento es comprender el destino, y comprender el destino es
haber alcanzado el más alto grado de sabiduría. Comprender el destino es lo
mismo que llegar a ser consciente de nuestra unión con Dios. Al comprender
nuestra unión con Dios, con el Todo, nuestro pecho se henchirá de amor por
todas las cosas. Por lo tanto, no existe sino una sola religión verdadera, y es
la religión del amor universal”.
“Debemos acabar
con la superstición, recordemos que las cosas que creemos comprender son tan
maravillosas y divinas, como las que no podemos comprender. El objeto de la
vida consiste en poder comprender el destino, pues ese conocimiento es lo único
que puede llevar a hacernos conscientes de nuestra unión con el Infinito, con
Dios, que es la verdadera redención. Sólo es feliz quien ve las cosas con los
ojos de la razón, el principio de la verdad… El objeto de la vida es alcanzar,
la verdadera sabiduría, la verdadera moral, la verdadera justicia, la
liberación de nuestro espíritu del error, y el conocimiento consciente de
nuestra unidad con Dios…”[1]
A veces podemos ver injusticias, arbitrariedades y atropellos en este mundo que no entendemos por qué suceden, y el caso de Giordano Bruno no escapó de esta condición. Pero, como él mismo lo enseñó: «Sin el sufrimiento nuestro espíritu permanecerá estacionario, atrasado…» y luego ahondó en su explicación: «todo lo que llamamos “mal” es un “bien” que no podemos entender». Y eso es cierto, porque al enfrentarse a las injusticias que le impuso el poder hegemónico de la Iglesia católica en sus tiempos, y morir bajo sus garras, Bruno legó a la posteridad un ejemplo inmortal de sapiencia, voluntad y libertad de pensamiento.
Por: Ernesto Marrero R.
Editado el 29 de julio de 2024
Este artículo también fue publicado por la Revista del Círculo de Escritores de Venezuela el 06 de agosto de 2024:
[1]El presente texto fue extraído del
libro: Pitágoras, Padre de la sabiduría.
Diógenes, El atleta de la voluntad. Giordano Bruno, el Mártir más auténtico de
la historia. Autor: Carlos Brandt.
Muy interesetante la manera en que viajas de la referencia biográfica a la reflexión filosófica y antropológica. Percibo una reflexión que direccionas desde el atomismo hasta el experimento gandhiano entre otras. Siempre es un gusto leerte y meditar L respecto. Slds.
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