En los confines de la mente humana
donde los pensamientos se entrelazan
se alza el egoísmo, insaciable y voraz.
No se revela como hambriento lobo
sino como un susurro sutil que seduce,
como una sombra esquiva que se oculta
tras la máscara de la apariencia
mientras devora la nobleza y la compasión
La avaricia, su compañera silente,
teje telarañas de apetitos insaciables
con cuerdas invisibles que aprisionan corazones,
y convierten los sueños en charcos de ambición
El egoísmo y la avaricia son gemelos oscuros
que nos arrastran hacia abismos sin fondo,
donde las luces altruistas se desvanecen
y solo queda el eco sombrío de nuestros deseos.
Así, en una eterna coreografía de sombras y luces,
-en la limitada vía de nuestra existencia-
perseguimos comprensión y discernimiento
para romper las cadenas del egoísmo
para encontrar la sabiduría del Amor
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