Polícrates el rey de Samos, organizó en su lujoso palacio,
donde resplandecía la avaricia y la vanidad humana, una fiesta en honor a
Pitágoras. Antes de entrar a la concurrida sala, Anacreonte le sugirió al
maestro que tratara de halagar al rey ya que esto le gustaría mucho, pero éste
se negó. Entró al salón con su esbelto cuerpo de un hombre de treinta años,
aunque en realidad poseía cincuenta y siete, muchos comentaban a escondidas que
Pitágoras había encontrado la fuente de
la eterna juventud. Le ofrecieron los mejores manjares pero se negó a comerlos,
sólo pidió que le trajesen un vaso y una jarra de agua, y como alimento un
puñado de aceitunas. Esta actitud dejó estupefacto a los comensales. Entonces
se levantó y les dijo:
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Estas palabras fueron ignoradas por la mayoría de los
presentes que lo miraron como un demente pero él, sin perder la calma y la
ecuanimidad que identifican a un verdadero sabio, dibujó una leve sonrisa en su
rostro para luego voltearse y, sin hacer ningún comentario, abandonó el
palacio.
En realidad la vida es corta y pasajera, éste el mensaje
esencial que nos dejó Pitágoras en el relato anterior. Aunque el cuerpo es un
vehículo esencial para que nuestra alma se manifieste a plenitud, y que por
tanto debemos mantener y cuidar, no debemos tomarlo como un elemento de culto
ni como una especie de fetiche al que debemos adorar. Lamentablemente ninguno
de los objetos que acaparamos en este plano terrenal los podremos llevar en el
momento de nuestra muerte, nuestro único equipaje serán las experiencias y los
aprendizajes que moldearon nuestro espíritu.
Habitamos en una sociedad materialista que nos enseña que el
camino a seguir es el del consumo y la constante satisfacción de deseos
superfluos; pero en algún momento debemos
ponerle un freno a dicha situación y analizar la dirección que hemos
tomado. Entonces ¿por qué malgastar tanto tiempo de nuestra existencia en eso?
Sería magnífico si pudiéramos ver nuestra imagen en el espejo de la reflexión y
preguntarnos: ¿Hacia dónde me dirijo?, ¿estoy consciente de que esta vida es
finita y transitoria?, o solamente estaré
dedicándome a copiar modelos de otras personas y satisfaciendo caprichos
que otros quieren que yo cumpla.
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Buda, el gran maestro de oriente, nos dijo en una
oportunidad: "Los carpinteros dan forma a la madera; los flecheros dan forma a
las flechas y los sabios se dan forma a sí mismos". También lo decía Sócrates,
al repetir la frase que aparecía como una inscripción en el frontispicio del
oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo" (Nosce te ipsum), y con sabias palabras
nos aclaró un importante aspecto que en la rutina diaria solemos perder, al
afirmar que una vida examinada es la única que merece ser vivida. Yo pienso que esos son los aspectos que tal vez hemos perdido más: la autorreflexión, el autoanálisis,
indagar sobre quienes somos nosotros realmente, cuales son nuestros sueños y
qué podemos legarle a esta vida que nos ha dado la oportunidad de venir a
aprender a través de momentos
placenteros y dolorosos.
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Quisiera concluir el presente
escrito con una profunda reflexión que nos legó el gran genio Leonardo Da
Vinci: “Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida
bien vivida causa una dulce muerte”.
Por: Ernesto Marrero Ramírez
25/02/2012
ernestomarreroramirez@gmail.com
ernestomarreroramirez.blospot.com
vivirytrascender.blogspot.com
@ernesto_marrero
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