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sábado, 20 de enero de 2018

La dialéctica de la vida














De pronto todo está bien,
la brisa avanza con el corcel de la esperanza.
De pronto llegan luces, inciensos,
copas y brindis, el éxito anhelado
y el bienestar

Son momentos en que las calles se ensanchan
y se extienden como verdes praderas
matizadas por el sol,
momentos de viva luz en que los cielos sonríen
y abren sus puertas para que los ángeles
aplaudan

Pero de pronto los días son cenizas,
nieblas grises que opacan los caminos,
sinfonías lentas o tétricas que anestesian
nuestros estados de ánimo,
y todo se vuelve lóbrego y escabroso

Son momentos de veredas tortuosas,
cuando las filosas piedras hieren nuestros pies
y ya no podemos caminar.
Entonces nos hincamos de rodillas,
vislumbramos el cielo y no vemos nada.
Volvemos a levantar la mirada
y solo percibimos sombras y siluetas
que parecen alegrarse de las desgracias

Así se mueve el misterioso árbol de la existencia,
en ocasiones acariciado por brisas serenas
y otras  azotado por recias tormentas,
tal vez buscando una armonía desconocida,
un equilibrio universal que la mente no percibe.
Pues nosotros tan solo podemos mirar al cielo
y contemplar sus doradas puertas,
a la espera de que puedan abrirse ante la felicidad
o cerrarse ante las tristezas

Por Ernesto Marrero Ramírez

Del libro El tiempo y su legado

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